domingo, 3 de febrero de 2008

DEIVIS

Como a tantos niños de la zona, a Deivis le pusieron un nombre gringo, que parece que les suena "más chévere", pero eso sí, por respeto a la lengua materna, uno los escribe como suenan, o mejor dicho, como lo oyen, de tal manera que hablamos de Deivis, de Estiguan, de Yeni...
Conocí a Deivis el viernes pasado. Era el primer día de curso y abrieron la guardería a eso de las ocho.
Los que vienen son niños - pelaítos - de zonas bien pobres, pero van todos aseados y de uniformito, así que a simple vista uno no nota su origen.
Me cuenta Rosario, la directora de ctuar por Bolívar, que cuando inaguraron las guarderías hace unos años, los niños hacían sus necesidades - poposeaban - en el jard{in, pues ignoraban totalmente para qué servían esas vainas con forma de sillón y hueco en el medio. Ahora ya saben ir, o al menos para qué sirven.
Deivis llegó en su primer día sin uniforme y no alcancé a ver quién era su mamá, cuando llegué estaba con el resto de niñitos, pero con una actitud distinta.
Unos lloraban como berracos, otros jugaban felices con unos globos de colores repartidos para la ocasión, pero él estaba ahí de pie, como dicen acá, paradito, con gesto triste, pero sin llorar.
Deivis se deja aupar, besar, abrazar, y no se inmuta. No opone resistencia y obedece sin dudar cuando la profesora lo manda sentar. Su gesto no cambia.
Tres horas despuúes bajo a ver cómo le está yendo la jornada.
El resto de niños está bailando en círculo al son de una canción que la tutora canta micrófono en mano. El está sentadito con la mirada perdida y su gesto sin sin haber cambiado.
Lo agarro y lo pongo con el resto y él obedece una vez más, sin resistencia pero con desgana, se une al resto, los coge de la mano..... y su gesto sigue sin cambiar.
Comió sin ayuda de nadie, con una enorme cuchara, todo lo que había en el plato, bien despacito, después lo perdí de vista y más tarde lo fue a buscar su mamá.
Por su forma de comportarse, obediente y sumisa, se diría que "el pelao" es un niño de 4 o 5 años. Lo sorprendente es que tiene dos. Tres a lo sumo.
Era su primer día de guardería y no soltó ni media lágrima, ni esbozó un amago de sonrisa.
Me pregunto qué tremenda historia va cargando este niño, que a tan tierna edad parece que ni sienta ni padezca.
No sé cómo lo voy a logar, ni siquiera si podré conseguir mi objetivo, pero tengo tres semanas justitas para sacarle una sonrisa a ese bebé. (se admiten sugerencias....)

1 comentario:

Unknown dijo...

Que guay prima soy el primero,¿tengo premio?. Que no ,que es broma.¿Pero tengo premio?.Veo que te lo estas currando pero que mucho con esta gente, aprovecha el tiempo y vuelve pronto.Nachete.