lunes, 17 de marzo de 2008

COSAS QUE PASAN EN MI PAIS

Hoy leía el períodico buscando comentarios sobre el concierto de la paz, organizado por Juanes. Leí contenta la noticia, y pegué el link en este blog para que la gente pueda leerlo. Y me sentí por un rato, orgullosa de Colombia y también de España, pues varios de los artistas que allí estaban, cantando por la causa, son de mi país.
Recibí incluso un mensaje de una amiga de allá, me decía "Maite, Gracias por Miguel Bosé y Alejandro Sanz !!"
Me sentí muy bien, y me alegré de que mis amigos allá vean que en España también hay compromiso y gente busca el entendimiento por encima de cualquier diferencia racial, cultural, espiritual...
Pero no tardé ni un minuto en sufrir otra tremenda decepción.... También tengo amigos en Senegal, y a éstos no puedo mostrarles orgullosa mi pasaporte español... Más bien lo contrario.
Senegal es una tierra bendita, que marcó mi vida hace ya muchos años, y me mostró por primera vez unas caras sonrientes por encima de la dificultad, unas gentes increíblemente amables y acogedoras. Senegal me descubrió la maravilla del pueblo africano que tanta gente, por desgracia, aún desconoce, estando tan cerca.
Puedo jurarles sin haberle conocido, que ese senegalés que arriesgaba su vida ayer para llegar a tierras españolas sólo quería comer y alimentar a su familia. Nada hay en España que para un africano pueda compensar la falta de solidaridad, de espíritu comunitario, de cariño, que ellos tienen allá. Nada en España puede compensarles de dejar atrás todos sus seres queridos, salvo el alimento.
Unos hombres ayer pincharon la colchoneta de este senegalés para asegurarse de que no podría volver a "nuestras tierras", aun habiéndoles advertido éste que no sabía nadar. Lo tomaron a broma, se rieron de él, y pincharon su colchoneta. Y murió ahogado. Se lo tragó el mar.
Este hombre murió porque quien lo recibió aquí simplemente no lo consideró un ser humano. Porque un ser humano tiene una cosa que se llama dignidad, y derechos fundamentales, reconocidos y ratificados por los organismos internacionales, pero cuando llegó con su colchoneta a Ceuta, nadie pensó en eso. No lo acogieron ni España ni en Marruecos. "Bastantes muertos tenemos ya", fue la frase con la que correspondieron a su petición de auxilio.
Me hace gracia la gente que aquí alaba nuestro sistema democrático, nuestra calidad de vida, el desarrollo cultural y científico que hemos adquirido, y dice que jamás podría vivir en esos países tercermundistas, y peor que eso, dice que aquí no tenemos nada que aprender de ellos.
Me hace gracia porque es precisamente la ignorancia la que habla por sus bocas. Siempre lo pienso, "si hubieras estado allí...."
En Senegal nadie hubiera pinchado esa colchoneta.
Es cruel el clima, y el hambre, y el SIDA que aniquila el continente.
Pero la gente no.
Cuánto nos cuesta ponernos en el lugar de los demás, cuánto nos cuesta imaginarnos como sería nuestra vida si no tuvieramos qué comer, dónde dormir, un médico que nos atienda cuando estamos enfermos.
No digo que actuemos contra la ley, que les dejemos entrar ilegalmente, ni siquiera me estoy planteando eso ahora, pero, ¿tan difícil es pedir que les repeten, que les traten con dignidad? ¿ni siquiera pueden reivindicar que no los traten como a perros? ¿ni siquiera eso?
A veces me cruzo con uno de tantos africanos que llegan a Madrid, y te piden limosna, o te intentan vender un periódico, o te piden propina por encontrarte un hueco para aparcar el coche. Hay quien su misma presencia les resulta una molestia, y les miran con desprecio.
Nadie piensa en los innumerables obstáculos que han tenido que pasar para poder llegar hasta aquí a venderte un periódico. Escondidos en contenedores, ahogándose en el mar, hacinados en algún vehículo...
Ni siquiera me planteo que la gente aquí los ayude, les compre eso que venden, les dé esa pequeña propina... no, ni siquiera oso reivindicar eso para ellos. Pero sí pido una cosa. Respeto. Dignidad.

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