miércoles, 24 de noviembre de 2010

AAAAAAAAAAAAAROOOO

18.00 horas del lunes 22 de Noviembre.

Hoy no fui a trabajar porque alguno de los ingredientes - probablemente alguna almeja - del arroz al que me invitaron ayer debía ser de dududosa calidad / procedencia. Tras deshidratarme durante toda la mañana, e intentar hidratarme por la tarde, hago de tripas corazón, (y nunca mejor dicho) y me preparo para recibir a mis alumnos de ortografía - gramática - redacción.
Lo que empezó siendo un repasillo escolar con Paola está adquiriendo mayor dignidad al contar con la presencia de dos (y a veces hasta tres) alumnos más: Eder, (17) ya conocido desde hace años por haber pasado por la fundación Niños de Papel, y un nuevo personaje, Pedrito, (15) un vecino del barrio que se ha unido porque el pobre no debe tener otra cosa mejor que hacer.
Pedrito estuvo un día sin venir la semana pasada, y hoy se están retrasando ... son más de las siete cuando les veo llegar al otro lado del corredor del Bellavista, más allá del patio.
Les regaño. Hay que ser puntuales y disciplinados, no se puede llegar a los sitios cuando a uno le venga en gana, esto es una clase seria, etc, etc, etc.... Cuando acabo de escupir mis culebras por la boca, recibo una explicación tan clara como contundente: Pedrito padece del mismo mal que yo, y en un momento de desalojo inminente han tenido que salir corriendo a la playa para que pudiera hacer lo propio y limpiarse como Dios manda.
Sin palabras.
Me vienen hasta con diarrea, mis pobres alumnos.
Aceptadas las disculpas, le pregunto por qué se ausentó en la última convocatoria. Respuesta: "mi ropa estaba mojada".
Suena como a pretexto barato, pero es cierto que en las cuatro ocasiones en que he visto a Pedro, siempre iba igual vestido: chanclas, pantaloneta, y una camiseta blanca con un perro husky, o un lobo siberiano, no sé.... Así que me lo creo, reculo, y les invito a tomar asiento en nuestra nueva aula, habilitada ex profeso para nuestras clases, en la zona "vip" del hotel.

Comenzamos con la lectura . Se trata de una historia corta, sacada de un libro que me ha prestado un vecino del hotel. Todas son historias que tienen lugar en Cartagena, por eso me gusta, para que aprovechen y aprendan también algo sobre la ciudad que los vió nacer.

En el segundo párrafo me encuentro con una palabra problemática... "esmellao". Habla de un cantante al que le faltan los dientes, o sea, un cantante "esmellao", y entonces les intento explicar que aunque ahí ponga "esmellao", en realidad la palabra correcta es "mellado", dícese de aquel al que le faltan lo que vienen siendo los paletos. Y justifico que el autor lo escriba así, indicándoles que a veces las palabras se escriben como suenan literalmente para que el lector perciba no sólo su significado, sino también su entonación, y así sea también consciente del acento local, de la forma de hablar particular de cada personaje.
Les pongo el ejemplo de que en Madrid, muchos dicen "talogo" cuando quieren decir "hasta luego". Se parten de la risa y me dicen que si aquí a alguien le dices eso del talogo lo normal es que te parta la cara por darse por insultado.
Entonces es cuando Eder, que es muy avispado, me indica lo siguiente:
"Aquí pasa igual. Cuando queremos decir "sí", no decimos "sí", sino "aaaaaaaarooooooooo".
Pues eso.
Mañana más.

1 comentario:

Clara Eugenia dijo...

Ay Señor... como disfrutas.... es que Eder tiene pa todo :)